El complejo es una residencia estudiantil en alta montaña, rodeado por centros de esquí y situado en una plataforma natural que ofrece vistas privilegiadas hacia Madrid.
Una de las premisas de diseño siempre es la apreciación del lugar. La posición especial en el entorno nos lleva a garantizar las visuales así que se crean terrazas que, además, favorecen la entrada de luz y ventilación natural hacia los espacios interiores.
El objetivo principal del proyecto es conseguir un campus integrado donde los edificios y el paisaje estén completamente conectados. Por esto, se plantean edificaciones herméticas de cara a la calle principal y permeables en la fachada posterior.
En este proyecto, la madera se usa tanto en la fachada como en el diseño detallado de los interiores. Junto con el complemento del ladrillo, se logra un ambiente cálido e integrado en la naturaleza del paisaje montañoso.
Se proponen variedad de zonas verdes y espacios comunes que garanticen la interacción entre los usuarios y se promueva un estilo de vida saludable. Se crea un cinturón verde que filtra la interacción del campus con el resto de la ciudad.
El espacio abierto central se vuelve clave para desarrollar nuevas actividades en el campus, más allá de ser un lugar de encuentro de la comunidad. La planta baja del edificio está pensada para ser un club social, abierto al parque exterior, con diferentes espacios para realizar actividades al aire libre como conciertos, actividades de deporte y de descanso.
Los cinco edificios del proyecto se disponen en el perímetro de la parcela para promover una comunidad vibrante y variada, que se beneficia de las diferentes sinergias de los componentes involucrados. Los edificios abrazan esta interacción social, a través de dos volúmenes que como alas recogen el espacio trasero.
