El Tarter es un pueblo de montaña, de viviendas de baja altura y poca densidad. El reto fue conseguir que un edificio de 60 viviendas en una parcela pequeña se adaptara al terreno y formara parte del paisaje.
Nuestra intención es mantener la continuidad del concepto de vivienda en la montaña y la búsqueda previa de nuestro trabajo en Pleta Arriu en Baqueira Beret. Tomando el módulo creado allí, lo repetimos y a partir de ahí desarrollamos las distintas tipologías.
“A building is alive, like a man, and its spirit is the spirit of its maker.”
—Frank Lloyd Wright
Pensamos que, en lugar de construir un gran bloque que encerrara decenas de espacios para vivir, el proyecto debía dar la sensación de habitar en un pequeño pueblo organizado alrededor de un espacio libre. Así que descompusimos el bloque pesado y dispusimos las viviendas en torno a patios internos de luz y ventilación natural. La escala se redujo tanto en el diseño de la planta como en el alzado total del proyecto.
Los grandes ventanales dirigen las vistas hacia el paisaje lejano y desdibujan el límite entre lo privado de las viviendas y lo público del entorno. Además, la escogencia de la madera y la piedra autóctonas de la arquitectura local recoge nuestro estudio constante sobre los materiales locales.
