En el corazón de Barcelona, se ha transformado un piso de la emblemática calle Gran de Gràcia, fusionando la rica herencia patrimonial con una visión contemporánea.
La intervención distingue claramente entre lo original y lo nuevo: se han rehabilitado muros, puertas, ventanas, contraventanas, techos, rosetones y molduras existentes.
Los elementos añadidos reflejan tanto el contexto al que pertenecen como el tiempo actual, logrando que la vivienda encuentre un equilibrio en lo atemporal.
Se ha colaborado con artesanos de vidrio para restaurar los vitrales originales, preservando su belleza y valor histórico.
Inspirados por las formas orgánicas de la arquitectura catalana, se han integrado curvas suaves en arcos y muros, creando un flujo armonioso entre espacios.
Los cerámicos artesanales, y la integración de los colores del propio edificio, como el verde agua, añaden vitalidad a las áreas de cocina, baño y jardín interior.
Los suelos originales de mosaico hidráulico fueron restaurados, preservando su riqueza y color vibrante. Este proyecto celebra el pasado mientras abraza el presente, creando un espacio atemporal y acogedor.
«El aprovechamiento del atractivo de lo viejo. La remanencia histórica posee un magnetismo, una capacidad de seducción o atractivo que es capitalizable por el proyecto arquitectónico.»
— Norberto Chaves , El diseño invisible.