Un barrio de baja densidad de viviendas y abundante vegetación. Un solar irregular y de dimensión reducida. Una normativa que delimita claramente las superficies por niveles y restringe las alturas por planta. Estas fueron las premisas para diseñar esta vivienda mediterránea, que queríamos en contacto directo con la naturaleza y que se aprovecharan los vientos de la zona. Las limitaciones existentes se convirtieron en las variables fundamentales de diseño.
El habitar de los clientes rigió las decisiones de diseño de toda la vivienda. Así, la planta baja es un gran espacio libre, semienterrado, con lugar suficiente para un aparcamiento amplio y un área abierta que puede cambiar de uso fácilmente: sala de juegos o gimnasio. Un patio lateral y una ventana junto a la escalera ilumina y ventila ese espacio.
En la planta principal, se crearon dos ambientes, diferenciados por la disposición de paneles móviles que permiten unificar o dividir el espacio. Los ventanales de la zona del salón permiten disolver los límites entre interior y exterior. En cambio, la zona de la cocina se protege de la mirada externa con ventanas más acotadas que crean un ambiente más reservado.
En la planta alta, donde se dispusieron las habitaciones, la fachada se cerró totalmente hacia la calle y se abrió hacia el propio jardín de la casa y hacia el paisaje natural al interior de la manzana. En la cubierta, los tragaluces complementan esta visión de conexión con el exterior natural.
