Casa Aiguablava empezó como un pequeño proyecto de reforma que se fue convirtiendo en una gran intervención. Los clientes querían abrir la casa al mar, aprovechar el terreno plano y reducir el número de habitaciones.
Aprovechamos la estructura, el perímetro y la distribución en dos plantas. Dejamos los espacios de usos compartidos en la planta baja, junto con la habitación principal, y dispusimos tres habitaciones en el subsuelo. Para llevar luz y ventilación natural a estos espacios enterrados, abrimos dos patios que nos permitieron abrir grandes ventanas.
La fachada cambió sustancialmente para poder integrar la casa con el paisaje marino. Así, remplazamos el muro de obra existente por uno de cristal que permite innumerables reflejos con percepciones diferentes desde todos los ángulos. Una pérgola de hormigón de más de 30 metros de largo y sin apoyos intermedios, teñida con sulfato de óxido para asemejarse al color de los muros de piedra de la zona, protege el interior de la casa de la incidencia directa del sol. Se crean, además, espacios intermedios exteriores y protegidos que se pueden disfrutar durante los días de verano.